Los efectos beneficiosos de bañarte en el mar

Los efectos beneficiosos de bañarte en el mar

Desde el punto de vista de la neurofisiología, se ha demostrado que la inmersión vertical en el agua genera efectos positivos de lo más interesantes. Para empezar, aumenta la velocidad de flujo de sangre que discurre por las arterias cerebrales medias y posteriores. Además, si la inmersión va acompañada de ejercicio de baja intensidad (como caminar en el agua), se consigue la misma velocidad del flujo sanguíneo cerebral que corriendo moderadamente fuera del agua. Menos esfuerzo para los mismos beneficios. Un chollo que justifica la buena prensa del aquagym.

Unido a este aumento del flujo circulatorio cerebral, los estímulos somatosensoriales que genera el aumento de la presión hidrostática producen un aumento de la actividad cerebral cortical, tanto en áreas motoras como sensoriales o parietales. Un chute para nuestro cerebro.

En tercer lugar, con tan solo sumergirse hasta los hombros se reduce el edema muscular y se aumenta el gasto cardíaco (sin incrementar el gasto de energía), lo que favorece el flujo sanguíneo generalizado y el transporte de nutrientes y desechos a través del cuerpo. Ésta, que se traduce en la reducción drástica de la sensación de fatiga, es la razón por la que se recomienda una sesión de jacuzzi a los deportistas tras un ejercicio intenso.

A los efectos derivados de la propia inmersión en agua, habría que añadir los relacionados con la especial naturaleza del agua marina.

Por una parte, el agua salada es más densa que la dulce. Ello supone un mayor empuje y, consecuentemente, un menor esfuerzo muscular para mantenernos a flote. Dicho de otra forma, nadamos más relajadamente en el mar porque flotamos más.

Por otra parte, las sales se absorben a través de la piel. Eso supone una contribución muy importante a la inhibición de la interrupción de la barrera cutánea causada por agentes irritantes dérmicos, lo que acelera su recuperación y previene su sequedad. Este hecho es especialmente interesante en el tratamiento de enfermedades cutáneas como la dermatitis de contacto o la psoriasis y ha supuesto la consideración de los baños de mar como terapia adyuvante en el tratamiento de la dermatitis crónica.

Todavía podemos sumar más consecuencias beneficiosas, como el relax que nos suponen la intensidad del color azul o los efectos tranquilizadores y sedantes del maravilloso sonido del batir acompasado de las olas.

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